Porto Santo, pequeña isla del archipiélago de Madeira, posee un medio ambiente único y delicado. Su ecosistema, moldeado por el aislamiento y el clima subtropical, alberga diversas especies vegetales y animales, muchas de ellas endémicas.
El gobierno local de Porto Santo está extremadamente preocupado por el medio ambiente. Preservar el entorno natural de Porto Santo es esencial debido a la fragilidad de su ecosistema. Desde hace años se lleva realizando en la isla (desertizada a causa de los conejos en tiempos pasados) un programa masivo de reforestación. Se han plantado decenas de miles de árboles, convirtiendo las laderas antes polvorientas en auténticos vergeles. Incluso se regalan plantas gratuitas a los isleños para sus jardines particulares en los viveros municipales. Y los habitantes son conscientes de que el principal activo de su isla es la enorme playa virgen. El desarrollo está estrictamente controlado, los edificios de nueva construcción poseen una altura limitada y cuentan con una ley que les obliga a levantarse detrás de las dunas de la playa.
La conservación del agua es un reto particular para Porto Santo debido a sus limitados recursos de agua dulce, y se han tomado medidas para mejorar la gestión del agua y reducir los residuos. Además, los esfuerzos por preservar su entorno marino han llevado a la designación de zonas marinas protegidas, que garantizan la salvaguarda de la vida marina local.
Porto Santo es una pequeña isla con una gran responsabilidad: equilibrar las necesidades de desarrollo con la preservación de su entorno natural único y hermoso. Mediante una cuidadosa gestión y conservación, pretende proteger su rica biodiversidad para las generaciones futuras.